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 “Casa con dos alas”, vivienda unifamiliar en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)  

“Casa con dos alas” es obra del estudio de arquitectura Sol89, de los arquitectos María González y Juanjo López de la Cruz. El terreno donde se construye la vivienda está a los pies de una loma, con pendiente orientada hacia la desembocadura lejana del río Guadalquivir que aparece en el horizonte.

Nuria y Manuel se trasladan al sur desde el norte de España, buscan la luz meridional, el aire de Sanlúcar, vivir una casa. La casa no debe ser muy grande pero sí permitir una cierta independencia entre estancias que ellos habitarán a diario y otras donde poder acoger a familiares o invitados o donde disponer un espacio de trabajo.

Entendemos el programa como una casa vivida con dos intensidades diferentes: la casa cotidiana y las otras estancias menos habituales, que pueden convivir en vecindad, pero no precisan de relaciones directas. Esto nos permite fragmentar el programa y articularlo a través de espacios exteriores, proponiendo una casa de una planta, más amable y accesible, en contacto continuo con la tierra y que se expanda incorporando el vacío entre las piezas construidas.

Así los usos interiores se resuelven en dos alas, la primera orientada al oeste y al Guadalquivir y la segunda al este y al campo de olivos situado al fondo del terreno, dos alas desplegadas para abrazar el máximo espacio posible. El proyecto propone explorar la noción de envergadura frente a la de tamaño: una casa modesta en dimensiones que al separar las alas abarca mucho más espacio del que ocupa.

La mayoría de las nuevas viviendas alrededor disponen una única plataforma para domesticar la pendiente donde emplazan un sólo volumen, de este modo borran la huella de la tierra y desde el acceso a los pies del desnivel las casas se imponen excesivamente. Proponemos que la casa revele el terreno sobre el que se asienta sin ignorarlo. La primera acción consiste en establecer tres bancales sucesivos que van adaptándose al perfil del terreno.

El más alto de ellos acoge las dos estancias de uso esporádico abiertas a sendos patios; a continuación, una segunda plataforma más baja alberga un patio en recodo que reúne el acceso a las distintas piezas y la casa diaria, prolongada en una terraza protegida por una trepadora que duplica el espacio interior y lo expande hacia el horizonte; finalmente un último nivel corresponde a la piscina que se encuentra con el terreno y se gira siguiendo la dirección hacia el río.

Los bancales escalonados y los volúmenes que albergan el programa responden a dos lógicas constructivas diferentes. Los primeros resultan de un zócalo adaptado a la topografía en el que suelos horizontales y muros verticales se ejecutan con hormigón in situ, este suelo moldeado se encarga de conciliar el terreno con la casa y domesticar la tierra. Sobre el zócalo de hormigón se disponen tres volúmenes blancos construidos con muros de carga cerámicos de Termoarcilla con aislamiento exterior, remitiendo a una construcción esencial adintelada.

Hacia el interior, el zócalo de hormigón se trasdosa mediante un rodapié técnico atornillado a una subestructura de acero galvanizado que permite llevar las instalaciones sin rozar el muro cerámico. Para evitar la excentricidad del muro de carga que vuela hacia el interior, en el ámbito sin apoyo del muro se interrumpe el contacto con el forjado mediante una banda de neopreno. Además de los dos volúmenes correspondientes a la casa diaria y a las estancias de uso esporádico, un tercer volumen que alberga el baño avanza sobre el patio de acceso y se gira respecto a la traza paralela de los bancales, introduciendo una distorsión en la planta mediada por la dirección de las vistas al río Guadalquivir.

Esta alteración del orden geométrico establecido tensa la entrada a la casa y protege de las vistas al fondo del patio de acceso. Un muro perimetral cerámico construido en el límite de los bancales matiza las miradas al exterior, subrayando la vista lejana del río, protegiendo de la vecindad más inmediata y cualificando los espacios intermedios que quedan constituidos como habitaciones exteriores en las que resguardarse del viento gaditano y del sol meridional. Finalmente, la casa exterior ahueca la casa interior, diluyendo los límites de la estancia doméstica posibilitado por un clima amable donde el adentro y el afuera se confunden.

Más información: Ficha técnica

   
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