En este ejercicio, buscamos recuperar la esencia de las cosas, la esencia del patio -patu-,  como apropiación de un lugar acotado donde surge la casa. Construir un lugar para vivir, no debería resultarnos tan difícil. Un recinto y un patio, fueron argumentos suficientes para muchos hombres al enfrentarse a su refugio existencial. En nuestro caso, una gruesa y alta cerca cerámica, autoportante, que se ciñe a los límites del solar protegiéndolo, recoge en su interior un entramado ligero, de madera, que configura el patio.

Desde una óptica atemporal, se articulan entorno a él, una secuencia de espacios diferentes, que esperan la activación discrecional por parte del usuario.

Abajo, un pequeño zaguán nos recibe, dejando a un lado el cobertizo para carruajes; un peristilo lateral nos conduce a la puerta, tras la que se esconde un espacio vestibular con la escalera, como antesala de la estancia principal, un triclinium contemporáneo, protegido por el caparazón cerámico, que se proyecta al patio a través de la huella del suelo.

Arriba, dos grandes salas enfrentadas, compartimentables y atemperables, térmica y lumínicamente, son los cubículos de hoy, que permiten el retiro, el aislamiento, el descanso o la reflexión, ajenos a miradas indiscretas. Una galería estancial, acristalada, los une permitiendo que la vida diaria inunde su interior.

¡Espacios de siempre, que viven del patio, y esperan al hombre de hoy para que los haga suyos….! Espacios desprejuiciados, esenciales, ahora brutos y descarnados, que aguardan la llegada de la vida…

Un árbol…, el fuego…, y quizá el agua…, aportarán cuando llegue el momento, el equilibrio natural deseado.

¡La casa está servida…!

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Ficha técnica