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 Barbacoa House en Terrassa (Barcelona)   

Memoria

Un presupuesto económico muy limitado (pues era acorde con el pequeño habitáculo previsto inicialmente), unido a la marcada presencia de los muros linderos de las parcelas vecinas -de cerámica desnudos con aparejos y disposiciones propios de la autoconstrucción de los años 70- nos llevó a buscar una solución constructiva que reuniera estructura y acabado.

Así, la vivienda se formaliza en una sola planta de dirección norte-sur, insertándose lo más cerca posible del lindero norte para liberar la máxima superficie de jardín delante orientado a sur. Toda ella se estructura a través de un eje longitudinal, un muro de bloque cerámico de baja densidad -Termoarcilla- a través del cual se va desarrollando todo el programa: el visitante lo recorre exteriormente hasta acceder al acceso principal, le acompaña en todo el interior de la vivienda y culmina en el exterior, estructurando la terraza de la barbacoa. La Termoarcilla se deja vista, sin revestimientos ni acabados (se resuelve el muro en una sola hoja), y muestra su color, textura y plasticidad. Exteriormente, se integra con los muros linderos cerámicos.

Memoria 2

Escena 1

[Una pareja de edad avanzada, y muy bien avenida, discuten qué árboles plantar, y dónde, en el jardín de su segunda residencia: una casita aislada de una sola planta, con una barbacoa tan grande como su salón-comedor. Es invierno y la casa sigue con el encofrado del techo.]

Ella: Un ciprés. Ese es el árbol que toda masía catalana tiene en su entrada. Ahí es donde lo vamos a plantar: así nos lo encontraremos nada más subir de la calle y nos dará la bienvenida.

Él: ¡Ché! ¿Sos tarada? Los cipreses recuerdan a los cementerios. Por cierto, ahí es donde acabaremos pronto si no nos decidimos de una vez. Anda, sígueme hasta la barbacoa… ¿Viste? ¡Aquí! En esta esquinita de la terraza plantaría yo un auténtico quebracho. Y no porque sea el árbol nacional de mi querida patria.

Ella: ¿Ése que tenía tu madre en su patio de Buenos Aires? ¿El que tiene espinas en las ramas? ¡Ni soñarlo! Mis nietos treparían y se pincharían.

Él: ¡No me seas boluda! ¿Vos sabés lo bien que irá ahí, en verano, mientras estaremos degustando mis asados?

Ella: ¡Qué va! Mira, vente para acá. (Se dirigen hacia el jardín delantero). Aquí delante plantaría yo tres pinos, como los del vecino, pero formando un triángulo. Así tendríamos sombra asegurada.

Él: ¿Y vos por qué querés tres?

Ella: (Imitando su acento) ¡Sos un pendejo! Tienen que ser tres para poder colgar las hamacas.

Él: ¡¿Hamacas?! Pero si ya no tenemos edad para columpiarnos.

Ella: ¡Tonto! Pues bien que me columpiaste la otra vez, ahí, entre los andamios…

Escena 2

[Él prepara un asado para los nietos de ella. Es primavera y a la obra solo le faltan los cristales para que esté terminada.]

Él: Hay que ver con los changos estos, no les gustan ni las mollejas, ni la entraña, ni los chinchulines, ni la tripa. Ellos solo la morcilla catalana y las hamburguesas. ¡Hermosa!, ¿me alcanzas las viandas que compramos en la Boquería?

Ella: Es claro que sí, ¡gaucho mío!

Él: Mientras tanto, voy a preparar la parrilla y a por más leña. Ahorita regreso. (Se va detrás del muro de la barbacoa y se le oye en off). ¿Sabés? el secreto de un buen asado está en las brasas, para que se haga a fuego lento.

Ella: Claro, claro… Y por cierto, ¿cuándo quedaste con el jardinero que vendría a plantar los árboles?

Él: ¡Vos sabrás! El boludo dijo que llamaría directamente a la señora de la casa. (Susurra para sí mismo). Por interés baila el mono.

Ella. Cariñito, los niños están al caer. Voy poniendo la mesa aquí dentro.

Él: ¿Pero vos no querés comer fuera?

Ella: Demasiado sol. ¿Si al menos hubiéramos plantado ya tu quebracho? (Él regresa por la esquina de la barbacoa).

Él: Sos pesadita… Pues voy a preparar ya el chimichurri, que esos pendejos bien que se lo comen, a cucharadas.

Escena 3

[Una tarde de verano calurosa, la pareja se dispone a echarse una siesta, tras una paella que hizo él para celebrar el estreno de la casa. Allí pasarán todo el verano.]

Él: ¿Preparo mate?

Ella: ¡Pero qué manía con las hierbas esas! 40 grados a la sombra y tú, ¿quieres mate?

Él: Con vos, bajo estos pinos bellísimos, disfrutando de estas vistas, en la hamaca,… no hay mejor momento. Si por vos fuese, ni mate, ni dormitorio, ni baño…

Ella: ¡Hombre!, es que la idea inicial fue aprovechar mi solar solo como lugar para preparar tus asados. Y luego… “que si un pequeño lavabo. Que si ya que estamos, porque no una cocinita para preparar otros ágapes”. Y así, hasta añadir otra habitación, para los invitados, y un salón-comedor. ¡Vamos, menuda labia que…!

Él: Pero si al final la casita solo tiene un muro, de esa no-se-que-arcilla, que ni la pintamos porque el arquitecto se empeñó en que así era más económico. Y luego, un suelo y un techo de hormigón y ya está. Más barata y sencilla imposible. ¿Vos escogiste al pibe ese, no?

Ella: Sí. Y menos mal que siempre acabo eligiendo yo. A ver qué harías tú debajo del quebracho ese. “Si no hi ha arbre millor que un pi mediterrani, home!”.

Él: ¿Vos sos o te hacés la...?

[Telón]

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