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 Hotel Hospes Palma. Los muros que saben a luz de mar  

El Hotel Maricel se construyó en 1948, dentro de la primera serie de hoteles especialmente dirigidos a los turistas. A partir de su situación privilegiada sobre un acantilado en primera línea de costa, el edificio original se acerca al mar extendiendo terrazas a la manera de grandes peldaños.

Así el edificio ha ido creciendo con estancias semienterradas que miran al mar, perforaciones postroglodíticas que nos remiten a las grutas y cuevas mediterráneas. Una imagen básica de confortable contacto directo con la naturaleza.

 

 

 

Al abordar la ampliación del Hotel Maricel se tomaron como premisas el conservar el contacto con el mar, su luz, y el uso de referencias constructivas arraigadas en la tierra.

Para las nuevas instalaciones, la propiedad contaba con dos solares divididos por una calle y separados del edificio original por la carretera de Andratx. A esta situación desmembrada se añadía un contexto urbano de nulo interés paisajístico. Quedaban así detectados tanto los dos pies forzados iniciales, comunicarse con el edificio original y aislarse del contexto inmediato, como el principal objetivo: mantener las vistas al mar.

La primera decisión buscó conseguir en un único movimiento la comunicación con el edificio original y el aislamiento del entorno inmediato.

 

 

 

 

 

 

 

De esta manera se estableció la relación de uso entre el edificio original y la ampliación a partir de un paseo que toma la referencia de los muros de contención en terraza (margeres) propios del paisaje mallorquín. Las peculiaridades de la actuación y su complejidad e implicaciones urbanas situaron la construcción en el ámbito de la obra civil.

 

 

Por debajo de la carretera de Andratx y de la calle que divide los nuevos solares se trazó un amplio camino sinuoso que excava los nuevos solares para crear un valle en el que asentar los edificios para la ampliación y protegerlos del paisaje urbano circundante. Comunicación y aislamiento a la vez.

Para mantener el contacto visual con el mar y con su luz, los muros de piedra descienden desde el edificio original para, salvando la carretera de Andratx, irse abriendo camino hacia la ampliación, creciendo hacia abajo para construir grandes patios que iluminan las plantas subterráneas, o hacia arriba, configurando la intencionada forma que orienta los nuevos edificios hacia el mar. De esta manera se aprovecha el esfuerzo de excavación de este paisaje de valle para llevar la luz a todas las plantas y se usa la sinuosidad natural de los muros de contención, margeres, para orientar los edificios de habitaciones. Con este gesto se consigue que cada habitación pueda tener su fragmento de mar a base de mirar a derecha e izquierda del edificio original que se mantiene como referencia.

 

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