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 Agua y construcción, una asociación en alza  

La utilización y la gestión del agua en la construcción y en el desarrollo de nuevos sistemas para la mejora de su uso y ahorro en las viviendas requieren una especial atención desde que se proyecta el edificio, con el objetivo de avanzar hacia un modelo de construcción más sostenible. Ante la actual situación de sequía, con una opinión pública cada vez más preocupada por el agua, y teniendo en cuenta la normativa al respecto, el sector constructivo avanza hacia una edificabilidad en la que la utilización del recurso líquido sea cada vez más eficiente.

En el ámbito mundial, las administraciones públicas están reglamentando la utilización del agua en casi todos los ámbitos de la actividad económica y social. La edificación actual y futura, y especialmente la construcción sostenible o bioconstrucción, no escapan a esta situación y han apostado decididamente por esta filosofía. Además, los compradores día a día tienen una mayor preocupación por todo lo que se relaciona con el uso, consumo y reutilización del agua.

Ante el valor que gana la gestión del agua, y en consonancia con esta nueva cultura, las administraciones públicas comienzan a incidir en estas cuestiones. Una de las primeras propuestas, a nivel estatal, para comenzar a regular temas como el consumo de agua se tradujo en la Ley de Ordenación de la Edificación, de 1999. Esta normativa establecía los requisitos básicos que deben disponer los edificios para garantizar la seguridad, la protección y el bienestar de sus usuarios.

Propuestas prácticas

En 2006, la Generalitat de Cataluña aprobó el Decreto de Ecoeficiencia por el que se regula la adopción de criterios ambientales y de ecoeficiencia en los edificios. El objetivo de la norma es continuar con el proceso de cambio social iniciado por los municipios, en la manera de concebir, diseñar, construir y utilizar los edificios, desde la perspectiva de la sostenibilidad ambiental. En el decreto se estipula que los nuevos edificios deben disponer de una red de saneamiento que separe las aguas pluviales de las residuales, sanitarios diseñados para economizar agua y para obtener un caudal máximo de 12 litros por minuto, o cisternas de doble descarga, entre otros.

En el Código Técnico de la Edificación (CTE) también se hace referencia al ahorro de agua y se especifica que todos los edificios en cuyo uso se prevea la concurrencia pública deben contar con dispositivos de ahorro de agua en los grifos, por lo que utilizarán aireadores, grifería termostática, grifos con sensores infrarrojos, grifos con pulsador, fluxores y llaves de regulación antes de los puntos de consumo. También se hace referencia a los equipos que utilizan agua para consumo humano en la condensación de agentes frigoríficos, que deben equiparse con sistemas de recuperación de agua.

Estas normativas han servido de ejemplo para que otras administraciones comiencen a trabajar en el tema. Por ejemplo, el Gobierno de Cantabria ha puesto en marcha un ambicioso Plan de Ahorro de Agua en el que se estipula que los nuevos desarrollos urbanos, las viviendas o edificios de nueva construcción y las obras de renovación o rehabilitación que se consideren Obra Mayor, deben incorporar medidas de ahorro y eficiencia en sus instalaciones hidráulicas.

Por otra parte, Alcobendas, una población situada al norte de Madrid, con cerca de 100.000 habitantes, cuenta con una Ordenanza Municipal para el ahorro de agua. Entre los diferentes artículos, se encuentran los que afectan a las nuevas viviendas y edificios, en donde se exige instalar dispositivos de ahorro de agua en los puntos de consumo. A la vez, también obliga a la creación de una red de riego, en las nuevas zonas de crecimiento, independiente de la de agua potable.

No directamente relacionada con la construcción, pero sí interesante para los ciudadanos, porque comporta la concienciación del ahorro de agua, es la iniciativa que ha puesto en marcha la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. En esta Comunidad, los propietarios de las viviendas que instalen dispositivos para ahorrar agua deducen el 10% en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).

Ejemplos como estos ilustran que se están dando pasos para contar con una gestión más eficiente, de igual forma que se está llevando a cabo en otros países occidentales. Un curioso ejemplo es el de los Estados Unidos en donde se empieza a utilizar la “pila ecológica” para cocinas. Esta pila recoge las aguas grises ligeras y las acumula para su uso en jardinería. También se utilizan retretes de compostaje, una alternativa totalmente diferente, aunque de difícil expansión en España como consecuencia de barreras culturales negativas.

Mejorar la gestión del agua potable

Desde la Agenda de la Construcción Sostenible se ha analizado la actual situación y cómo se puede trabajar desde el sector constructivo para alcanzar un uso y un gasto de agua en consonancia con las ideas de sostenibilidad.

El consumo de agua para uso doméstico es inferior al 20% del total. Aún así, las viviendas podrían consumir la mitad del agua sin que los usuarios percibiesen ningún cambio. Y si, además, los ciudadanos estuviesen más concienciados, el potencial de ahorro sería mucho más importante. En este sentido, desde la Agenda, se sostiene que reutilizar el 44% de agua potable, junto con una cierta captación de aguas pluviales, permitiría evitar el consumo del 56% del agua de boca para uso doméstico.

En una vivienda habitual, según los datos que aporta la Agenda de la Construcción sostenible, el 56% del consumo doméstico se podría resolver con agua no potable, reservando el agua dulce para el 44% restante. Cuestiones como la cisterna del lavabo, con el 30% de gasto, y el consumo de la lavadora que se lleva el 20% podrían realizarse con agua reciclada. Por otra parte, el agua potable se dedicaría a la ducha o a la bañera, con una utilización del 20% del uso, al lavabo con el 10% y al lavado de platos, con un 9%, cantidades inferiores.

De estas cifras se desprende que un poco más de la mitad del agua utilizada en las viviendas podría proceder de agua reutilizada. Este agua sería apta para sus nuevos usos tras cierta depuración para eliminar las grasas o las partículas que pudiera tener, y sin llegar a alcanzar el mismo estado de potabilidad que el agua de boca.

La actual situación nos muestra que tanto las administraciones, como los demandantes de vivienda y el sector constructivo van confluyendo sus posiciones para favorecer que en los próximos años, aunque se incremente el uso de agua, la gestión y su uso sea mucho más equilibrada, provechosa y sostenible.

   
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