La parcela se encuentra en la falda de una colina del pueblo de Buñola, que fue “aterrazada”, en su día, mediante bancales para el cultivo. Sobre uno de estos bancales se coloca la vivienda.

Los bancales elegidos, orientados a Oeste, tienen una gran vista hacia el pueblo y al valle de Buñola. En el lado Este, un muro de piedra seca, con una altura de 4 metros, es otro paisaje. La pared trasera como contrapunto del paisaje.

La vivienda se coloca, como un gran cuerpo blanco, sobre el bancal, sin alterar el lugar. Si a un lado tenemos una gran vista, al otro un pequeño patio nos recoge y nos limita la mirada.

El resto de intervenciones tratan de incorporar y recuperar relaciones con el lugar: un camino preexistente a partir del cual nace un gran rellano -o porche-, focalizar las vistas para no agotar la mirada, no hacer distinción entre el muro de piedra seca y el paisaje...

El interior, dividido a partir del rellano, se define según los usos comunes y personales. Mientras que uno se abre al exterior, el otro se protege.

La parcela tiene como, único acceso, una escalera de 72 peldaños. Esta circunstancia ha hecho replantear, día a día, la manera de construir.

Las constantes que han acompañado la construcción de la casa han sido: el transporte de material, reducir el número de piezas a las mínimas, reutilizar el material que encontrábamos o subíamos...

Los materiales con los que se ha construido han sido: la termoarcilla, el cemento y la cerámica, junto a las carpinterías de madera y a los remates de chapa.

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Ficha técnica