En el municipio de Embid, en la provincia de Guadalajara, se levanta el Castillo de Embid, uno de los principales reclamos turísticos de la comarca. Los trabajos de reconstrucción del castillo finalizaron en 2006 y, en ellos, se utilizó bloque Termoarcilla.

Guadalajara contiene tesoros escondidos en el interior de la provincia, desconocidos para muchos, pero que una vez vistos son difíciles de olvidar. El castillo de Embid es uno de ellos, con una torre fuerte central, desmochada y con sólo dos muros, y una cerca altísima, o muralla almenada, que sólo mantiene en pie dos de sus lienzos, con diversos cubos esquineros. Fue construido en el siglo XIV por su primer señor, y luego rehecho a mediados del siglo XV. Sirvió de lugar de refugio de los castellanos en numerosas contiendas contra el reino de Aragón, cuya frontera establece.
 
En enero del 2004 se publica en el BOE la resolución del Ministerio de Cultura por la que se anuncia un concurso para realizar el proyecto de restauración y consolidación. Éste se adjudica tres meses más tarde a Pedro Ponce de León, quien comienza sus trabajos en la primavera del 2005 para culminarlos en el año 2006. Las obras se han traducido, esencialmente, en la reconstrucción del cubo norte en su estado original, en piedra. Por otro lado, la torre del homenaje, los dos torreones que enmarcan la puerta de acceso y diversos remates en las caras este, sur y oeste se han realizado con bloque Termoarcilla, siendo perceptible en todos los casos las diferencias entre lo antiguo y lo nuevo. Aunque primero, tras el desescombro, se realizaron diversas catas arqueológicas, se han consolidado los tres torreones que dan hacia el norte con profundos pilares de hierro, reparando sus múltiples grietas, drenando el recinto y cinchando los paños exteriores.

Los castillos del Señorío de Molina

En el Señorío de Molina, con autonomía dentro del Reino de Castilla, se levantan en la Edad Media numerosos castillos de mayor o menor porte y rango, para afianzamiento y defensa del territorio, así como algunas fortificaciones más residenciales, cuyo emplazamiento en buena medida viene condicionada por la hidrografía; aunque también su carácter fronterizo con el Reino de Aragón determina la ubicación de algunos de los más notables. Obviamente casi todos al norte del río Gallo, pues hacia el sur la sierra del Albarracín, el escarpado y profundo cauce del Tajo, y la Serranía de Cuenca hacen de baluarte natural, resultando en buena medida innecesarias las fortificaciones tras la reconquista castellana de Cuenca.

Entre los mejor conservados se encuentran en el centro geográfico y de poder el castillo-alcázar de  los señores de Molina, uno de los recintos fortificados mayores de España, con la torre de Aragón anexa, recientemente restaurada; el de Zafra, el más poderoso del Señorío en los Siglos XII y XIII, recuperado merced al mecenazgo gracias a Antonio Sanz Polo; el de Santiuste (Corduente), de propiedad privada, restaurado en buena medida, y al que se le han encontrado cierta utilidad turística y, por supuesto, el de Embid.

Fuente: La Crónica de Guadalajara