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 Casa Quintana, vivienda unifamiliar en Gorráiz (Navarra)  

La construcción está ubicada en una zona de pequeñas parcelas en torno a un campo de golf,  formando un conjunto desordenado, donde cada viviente atiende a sus pequeños-grandes intereses particulares. Las soluciones únicamente intentan resolver su propio programa funcional,  resultando artefactos individuales ajenos a las cualidades del entorno, de cuyas concepciones formales resulta un conjunto deslavazado, eliminando toda posibilidad de diálogo y resultando una mezcla casi monstruosa.

De esas condiciones se ha generado una vivienda donde la clave ética y social supone un punto de partida de generación arquitectónica: comprometida y didáctica, a la vez que introvertida e irónica.

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Adaptación al lugar

La adaptación de la vivienda al entorno se plantea como una premisa básica de actuación: la vivienda trata de evitar la apropiación física del espacio (parcela), la envolvente reproduce una visión de la hierba (lo orgánico) a gran escala, como si de golpe, mediante un juego de agujeros virtuales, engrandecieran un pequeño segmento de hierba.

El bambú (green), con una estructura “stil-listica” semejante, responde a lecturas que el ojo identifica en cualquier nivel de visión como organismo vegetal. El green invade la fachada completamente y la casa desaparece como una gran lente de aumento enfocando a un pedazo de green.

De igual modo que el campo de golf responde a un concepto contemporáneo de naturaleza tratada o “artificializada”, la casa responde a un modo de entender la edificación dentro de esa naturaleza no-natural. Para ello se recurre a una lectura de lo construido que reclama una visión conceptual, en la que se pone en tela de juicio lo que se ve, lo que se cree que se ve y lo que realmente es: el verdadero artificio de la implantación de esta pequeña edificación es la diversidad de lecturas que ofrece referidas al lugar (físico y cultural) del espectador.

El edificio ofrece tres niveles de lectura, codificados de acuerdo a sus tres tipos de visión:

  • El cercano (un metro o dos, rodeando la casa) 
     
    Una textura gruesa, abstracta y ambigua en cuanto a la identificación del fondo/forma, más cercana a una organismo vivo, sin negar la condición de piel. Ofrece un código de lectura cercano a las escamas de un reptil, a texturas vegetales vistas en el microscopio, etc., de modo que el acercamiento a la casa se convierta en algo “cálido” por lo que significa de cierta representación de algo que define un organismo “vivo”.

  • El medio (desde la calle)

    Una textura ambigua en la identificación del dentro/fuera. La propia piel aparece como un gran cortinaje de camuflaje, difuminando los límites entre el propio cortinaje y lo que encierra: lo que parece arrugado se convierte en fondo de lo terso de la superficie, el reflejo del entorno se introduce a la vez dentro, apareciendo el interior como continente de lo exterior.
  • La visión lejana (desde el campo de golf)

    La imagen es nítida (bosque de cañas), ambigua en la cuanto a configuración de estructura arquitectónica y por tanto asimilable a estructuras orgánicas y vegetales que se entremezclan en el paisaje. El color es el mismo que el de los montes circundantes, de modo que lo lejano se mezcla también con lo próximo. Los jugadores de golf, a pesar de obtener la imagen más nítida de todas, reciben el mayor espejismo posible de todas las visiones: la casa confundida como naturaleza en un entorno de naturaleza no-natural.

El interior

Desde una óptica interna la casa responde a un esquema prototípico: un impluvium (agua, de luz y oxígeno) define la organización, en torno al cual gravitan las estancias. El programa de la casa se distribuye esencialmente en planta baja, una sala de juegos en sótano iluminada desde el impluvium y un altillo –sobre el porche- (biblioteca y dormitorio) que vuelcan sobre el estar, componen un programa complementario del principal.

El bloque Termoarcilla se emplea en este edificio como como cierre de fachada, colaborando en el aislamiento térmico y acústico. Las placas aislantes -de color verde- se han colocado por la cara exterior, mientras que el vidrio serigrafiado se coloca a modo de fachada ventilada con juntas abiertas y apoyos puntuales de acero inoxidable colgados de montantes verticales. La planta de la casa se adapta a la geometría de la parcela: adopta por tanto una geometría trapezoidal, abierta al sur, al jardín y al campo de golf, mostrando su lado más angosto hacia la calle.

 Internamente la casa se lotiza en tres franjas longitudinales, organizando paquetes funcionales homogéneos. Dos franjas laterales envuelven el patio: una contiene el paquete técnico (cocina- lavadero-tendedero-etc.) y otra configura los usos de noche (dormitorios y baños). La franja central permite el uso de la vivienda de diferentes modos (garaje, patio, estar, porche), permitiendo abrir y comunicar todos esos espacios convirtiéndolos en un espacio único abierto y conectando jardín delantero y trasero. De este modo la casa entera llega a convertirse en jardín-arquitecturizado.
 
La utilización de la casa permite adaptarse a la climatología (continental) del lugar, y hacer de ella un uso como casa cerrada y/o como casa-patio-jardín (abierta). El tratamiento de dichos espacios es similar, y por tanto el garaje es susceptible de tratamiento como sala de estar y viceversa.

Las estancias calcan internamente la geometría de las cubiertas, invertidas hacia el patio y por tanto abiertas a los cuatro vientos. El estar permite establecerse en un espacio de doble altura, dado que las cubiertas de la casa adquieren mayor pendiente hacia el sur y por tanto mayor disponibilidad de altura en esas áreas. En cualquier caso, el impluvium se convierte en casa y todas las estancias viven de él.

Ver: Ficha Técnica


Más información:

 

 

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